El servicio, en su esencia, es simple y vital. Si fuera complejo, la vida misma sería difícil, pues vivir implica servirnos mutuamente. Nos buscamos constantemente como partes del Cristo en el que nos reflejamos unos a otros. Así como los electrones se buscan enérgicamente en una placa de metal y se saludan en su encuentro, también nosotros encontramos en cada jornada a otros fragmentos de nosotros mismos, disfrazados, que vienen para ayudarnos o para que nosotros los ayudemos.