Este es un salmo de Asaf, uno de los músicos que el Rey David designó para que dirigiera los servicios del Templo en Jerusalén. En este Salmo encontramos algunas puntos muy importantes:
1) Dios muy pronto juzgará al mundo. Todos tendrán que comparecer delante de Él. Pero es interesante que Dios principalmente va a juzgar a su pueblo. A todos los que hicieron un pacto con Él. Y Dios tiene algunas acusaciones contra su pueblo. A Dios no lo podemos engañar. Él conoce perfectamente cuales son nuestros pecados. Y el hecho de que Él haya guardado silencio, no significa que no le importe. En el día del juicio final, todos tendremos que enfrentar las acusaciones que Dios hará en nuestra contra. Pero Dios nos ofrece una solución: Arrepiéntanse de sus pecados. Y denme las gracias.
2) El centro de este salmo nos habla de lo que Dios espera de nostros: Gratitud y que cumplamos las promesas que le hayamos hecho al Señor. Dios no toma nuestras promesas a la ligera. Para Él son muy importantes. Si alguna vez le has hecho una promesa a Dios, no dejes de cumplirla; de otra manera, serás culpable en su presencia. La gratitud significa reconocer a Dios como el dueño de todo; reconocerlo como el autor de todas las bendiciones en tu vida. Debemos darle a Dios la honra y la gloria siempre.
3) Dios promete socorrer a quienes le temen. Cuando Dios es el centro de mi alabanza, de mi vida, Él promete escuchar nuestro clamor, y venir en nuestro auxilio.
4) Debemos arrepentirnos. Hay cosas que Dios detesta. Apartémonos de todo lo que Dios aborrece: mentira, hurtos, adulterio, calumnias. Dios juzgará todas estas cosas. Nuestro corazón tiene la tendencia a ser ingrato, y a siempre alejarse de Dios. Pero Él nos sigue esperando, y nos sigue buscando. Haz un pacto con Dios, y permanece en sus caminos. Que el Señor te bendiga.