La Torre de Babel no podía hablar por sí misma, pero dio un mensaje alto y claro. El hombre orgulloso alzaba la voz proclamando su libertad, su poder y su fama, con la intención de independizarse de Dios. Pero, como sabemos, su proyecto no tuvo mucho éxito. Dios tenía otro plan muy diferente y su atención se centró en hombre humilde y obediente llamado Abram. A este Dios le dio todo lo que los creadores de la Torre habían buscado. (PAE N.25)