Pablo ha destacado en este capítulo las falsas enseñanzas de aquellos que han terminado apostatando de su fe, pero con esta declaración le recuerda a su joven pastor que hay una “palabra fiel”, pero además digna de ser considera por los que la leen y la oyen, porque es la palabra de Dios. Es la fidelidad de esta Palabra el motivador principal de todo creyente y obrero del Señor para no desmayar y seguir adelante.