Con este mensaje entramos a la despedida de Pablo de su vida terrenal, porque se aproxima la entrada a la patria celestial. Como un sentenciado a la pena capital, Pablo pareciera saber que, en el calendario de Nerón ya estaba el día cuando iba a ser reducido de tamaño, porque le cortarían la cabeza, según la tradición. Pero el sacrificio del apóstol, igual que el de su Maestro, no apuntaba al final de un fracasado, sino a la coronación de un vencedor.