Perdonar no es solo para liberar al otro, sino para sanarnos nosotros mismos. El perdón abre puertas a la paz, a la restauración… y a la sanidad emocional y espiritual.
El resentimiento produce enfermedades físicas: gastritis, insomnio, presión alta.
El alma cargada no puede escuchar la voz de Dios claramente.
Perdonar es una medicina que Dios recetó para vivir libres.