La Biblia nos enseña que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y el respeto es una de las formas más evidentes de demostrar ese amor.
Pero en un mundo lleno de conflictos, diferencias de opinión y falta de empatía, muchas veces olvidamos cómo Dios nos llama a respetar a los demás.