Desde tiempos bíblicos, Dios estableció que Su pueblo debía traer ofrendas, primicias y diezmos. Pero esto no era solo para mantener el templo, sino para enseñar a Su pueblo a confiar en Él y ser generosos.
En Malaquías 3:10, Dios nos desafía diciendo: "Traed todos los diezmos al alfolí y haya alimento en mi casa; y probadme ahora en esto, dice Jehová de los ejércitos, si no os abriré las ventanas de los cielos."