< Romanos 9

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[1] Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo,
[2] que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón.
[3] Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne;
[4] que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas;
[5] de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, el cual es Dios sobre todas las cosas, bendito por los siglos. Amén.
[6] No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas,
[7] ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia.
[8] Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes.
[9] Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.
[10] Y no solo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre
[11] (pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama),
[12] se le dijo: El mayor servirá al menor.
[13] Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí.
[14] ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? En ninguna manera.
[15] Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca.
[16] Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.
[17] Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra.
[18] De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
[19] Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad?
[20] Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: Por qué me has hecho así?
[21] ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?
[22] ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción,
[23] y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria,
[24] a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no solo de los judíos, sino también de los gentiles?
[25] Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, Y a la no amada, amada.
[26] Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, Allí serán llamados hijos del Dios viviente.
[27] También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo;
[28] porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud.
[29] Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, Como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes.
[30] ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, han alcanzado la justicia, es decir, la justicia que es por fe;
[31] mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó.
[32] ¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo,
[33] como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; Y el que creyere en él, no será avergonzado.