< S. Mateo 6

Listen to this chapter • 4 min
[1] Guardaos de hacer vuestra justicia delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que está en los cielos.
[2] Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
[3] Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha,
[4] para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
[5] Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
[6] Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
[7] Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.
[8] No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis.
[9] Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre.
[10] Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra.
[11] El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.
[12] Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.
[13] Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
[14] Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial;
[15] mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.
[16] Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
[17] Pero tú, cuando ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro,
[18] para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
[19] No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
[20] sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan.
[21] Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
[22] La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo estará lleno de luz;
[23] pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas?
[24] Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas.
[25] Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
[26] Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?
[27] ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?
[28] Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan;
[29] pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos.
[30] Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?
[31] No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?
[32] Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas.
[33] Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
[34] Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.