< S. Lucas 20

Listen to this chapter • 5 min
[1] Sucedió un día, que enseñando Jesús al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegaron los principales sacerdotes y los escribas, con los ancianos,
[2] y le hablaron diciendo: Dinos: ¿con qué autoridad haces estas cosas?, ¿o quién es el que te ha dado esta autoridad?
[3] Respondiendo Jesús, les dijo: Os haré yo también una pregunta; respondedme:
[4] El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres?
[5] Entonces ellos discutían entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?
[6] Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta.
[7] Y respondieron que no sabían de dónde fuese.
[8] Entonces Jesús les dijo: Yo tampoco os diré con qué autoridad hago estas cosas.
[9] Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo.
[10] Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías.
[11] Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a este también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías.
[12] Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a este echaron fuera, herido.
[13] Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto.
[14] Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra.
[15] Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña?
[16] Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre!
[17] Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo?
[18] Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará.
[19] Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo.
[20] Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador.
[21] Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad.
[22] ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no?
[23] Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis?
[24] Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César.
[25] Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
[26] Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron.
[27] Llegando entonces algunos de los saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron,
[28] diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y no dejare hijos, que su hermano se case con ella, y levante descendencia a su hermano.
[29] Hubo, pues, siete hermanos; y el primero tomó esposa, y murió sin hijos.
[30] Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos.
[31] La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia.
[32] Finalmente murió también la mujer.
[33] En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?
[34] Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y se dan en casamiento;
[35] mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento.
[36] Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección.
[37] Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
[38] Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos viven.
[39] Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho.
[40] Y no osaron preguntarle nada más.
[41] Entonces él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David?
[42] Pues el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
[43] Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.
[44] David, pues, le llama Señor; ¿cómo entonces es su hijo?
[45] Y oyéndole todo el pueblo, dijo a sus discípulos:
[46] Guardaos de los escribas, que gustan de andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;
[47] que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones; estos recibirán mayor condenación.