[1] Te encarezco delante de Dios y del Señor Jesucristo, que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino,
[2] que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo; redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina.
[3] Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias,
[4] y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas.
[5] Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio.
[6] Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano.
[7] He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
[8] Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman su venida.
[13] Trae, cuando vengas, el capote que dejé en Troas en casa de Carpo, y los libros, mayormente los pergaminos.
[14] Alejandro el calderero me ha causado muchos males; el Señor le pague conforme a sus hechos.
[15] Guárdate tú también de él, pues en gran manera se ha opuesto a nuestras palabras.
[16] En mi primera defensa ninguno estuvo a mi lado, sino que todos me desampararon; no les sea tomado en cuenta.
[17] Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas, para que por mí fuese cumplida la predicación, y que todos los gentiles oyesen. Así fui librado de la boca del león.
[18] Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén.
[19] Saluda a Prisca y a Aquila, y a la casa de Onesíforo.
[20] Erasto se quedó en Corinto, y a Trófimo dejé en Mileto enfermo.
[21] Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, Lino, Claudia y todos los hermanos.
[22] El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén.